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martes, 11 de octubre de 2011

Dos reinos, a cual quieres pertenecer?

Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida, por uno solo, Jesucristo, los que reciben la
abundan­cia de la gracia y del don de la justicia. Romanos 5:17.

El versículo de hoy habla de dos reinos. El primer reino es el de la
muerte; entró por Adán. Si lees en Génesis 5, el capítulo de las
generaciones de Adán, verás que hay una dramática repetición de la
expresión “Y murió”. Todos murieron porque, con la caída de Adán,
entró el reino del pecado y, consecuentemente, la muerte.
Pero, Pablo afirma que también por uno, esto es, por Jesús, entró
el reino de la justicia y de
la vida. Nota que Pablo coloca la vida
como
un sinónimo de la justicia: justicia es vida; vida plena, exuberante.
Jesús dijo: “Yo he veni­do para que tengan vida, y la tengan en
abundancia”.
¿Cómo se consigue esa vida abundante? O, mejor, ¿qué es la vida
abun­dante? Romanos 5:19 trae la respuesta: “Porque así como por la
desobedien­cia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,
así también, por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos
justos”. Pablo co­rrelaciona la desobediencia con la muerte, y la
obediencia con la vida. Es de lamentar que el ser humano piensa que
obedecer le quita libertad y que, sin libertad, no puede vivir la vida
abundante.
Dios piensa de otra forma: lo que te quita la libertad, te hace
infeliz y te lleva a la muerte no es la obediencia, sino el pecado, o
desobediencia. Tal vez por eso, la palabra “pecado”, en el idioma
griego, es amartía. Significa “errar el blanco”.
Te olvidas de
la voluntad de Dios; echas a un lado su santa Ley;
escoges tus propios caminos, tratando de ser feliz. ¿Y cuál es el
resultado? La muerte, la infelicidad, la desesperación: yerras el
blanco.
Pero, entonces, viene Jesús y obedece; y, por su obediencia, trae la
vida, y te ofrece su justicia y su vida abundante. Pero, esta vida
abundante involucra obediencia; sin ella, volverías de nuevo al reino
de la muerte.
Vivir o morir: ¡esa es la cuestión! Decidir o no decidir; entrar o
salir; correr a los brazos de Jesús o huir de él. ¿Qué harás? Antes
de responder, recuerda: “Pues si por la transgresión de uno solo reinó
la muerte, mucho más reinarán en vida, por uno solo, Jesucristo, los
que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”.

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