Y sabemos que a los aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28
Dios sabe por qué permite que el dolor llegue a la vida del cristiano. Pero, el texto no es la simple promesa de que todo dolor tiene un propósito; si te pones a analizar el contenido con detenimiento, notarás que la promesa es solo para los que “aman a Dios”.
Si le entregas el corazón a Jesús, te colocas en las manos de un Dios que jamás pierde el control de las cosas. El mundo puede estar cayéndose a pedazos, pero tu vida está segura porque, aunque los hijos de Dios también sufren en esta tierra, el dolor, para ellos, tiene un propósito formativo. Es en el dolor que creces; es en medio de las lágrimas que aprendes a depender de Dios.
Esta declaración es dramática: no sabemos pedir lo que debemos. Somos como niños: creemos que una golosina es la cosa más deliciosa del mundo; pero, la mamá sabe que necesitamos comer verdura, y nos la hace comer a la fuerza. Quedamos contrariados; lloramos. Pero un día, cuando el niño crece, no le resta otra cosa sino agradecer a la madre.
Lo mismo sucede con nosotros. Nos engolosinamos con las cosas de esta vida y, si las perdemos, creemos que Dios nos ha abandonado y no nos ama. Pero, el tiempo se encarga de demostrarnos lo engañados que estábamos.
Haz de este un día de confianza en Dios. En primer lugar, entrégale el corazón a Jesús, y después, confía en él aunque las cosas no salgan como tú lo deseas, porque “sabemos que a los aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.
Jesus esta contigo!!!
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